Como muchos españoles, antes de la crisis, y arrastrado por el concepto popular de que comprarse un piso para vivir era una buena inversión, yo también acabe comprando un piso. Por suerte, gracias a mi tendencia a ser cauteloso, me decidí por un pequeño apartamento sin estrenar con buena disposición (habitaciones perfectamente rectangulares, exterior, cocina independiente y con una pequeña terraza), en una zona con cierto potencial y buenos accesos.
Un año más tarde, por una oportunidad profesional, decidí abandonar la ciudad donde residía y tuve que plantearme qué hacer con mi apartamento, al que le había añadido un garaje y un trastero. Al principio, me daba cierto reparo alquilarlo, ya que había dedicado muchas horas a su puesta a punto y decoración, pero tras un análisis frío y económico de la situación, estaba claro que no hacerlo no era una buena idea.
Estas son las razones que me impulsaron a poner mi piso en alquiler:
- Tener un piso cerrado, sin habitar, hace que se deteriore, y por tanto que su valor disminuya o que tengamos que hacer frente a gastos futuros para volverlo a habitar.
- Un piso en el que no vives es un activo y por tanto puedes sacarle cierta rentabilidad (o reducir los gastos que te ocasiona). No hacerlo es, desde un punto de vista económico, totalmente reprobable.
- Si tienes una hipoteca, alquilarlo te ayudará a hacer frente a los gastos de la misma.
- Realmente quería mantener el piso para el futuro, me gusta la ciudad donde está y pienso que podría estar bien como segunda residencia cuando me jubile.
Deja un comentario